La vida está hecha de historias, de momentos que hemos pasado y que nuestro “eje hipotalámico-hipofisario-adrenal” decide guardar en el baúl de los recuerdos.
Pasamos de la cuarentena con Netflix o en Disney, a la realidad disruptiva de la incertidumbre.
Desde la aparición del COVID-19, pasando por el confinamiento, se han creado diferentes contextos.
Una revolución gestada en el sistema evolutivo, transformando nuestra situación y creada por una nueva forma de hacer el camino que deberemos desandar para reconstruir uno nuevo, con nuevos paradigmas.
Tendemos a no hurgar en la “historia”, por más reciente que sea, ya que olvidamos rápidamente el inicio del camino y solemos centrarnos en lo que hicimos mal o dejamos de hacer para luego pasar directamente al futuro incierto que nos espera, aún sin saber si será así.
Nos “olvidamos” del presente, del momento actual que vivimos para tomar el pasado como parte de nuestra evolución y crecimiento y dejar el futuro únicamente para proyectar el camino que queremos transitar y a dónde queremos estar.
Recuerdo el principio de la irrupción de esta pandemia que azota desde enero y que al menos en España, se tomó tan a la ligera con poca conciencia del riesgo que traía aparejado.
Aún la ansiedad ante lo desconocido no había aparecido, solo la sorpresa que de un día para otro sin tomar aún conciencia, comenzaban unas “pseudovacaciones”.
Comenzar a pasar tiempo en casa para recuperar esos espacios perdidos, leer ese libro que nunca teníamos tiempo, ordenar ese armario, pintar algún mueble, cocinar esos postres que tanto nos apetecía, ver películas de Netflix o comenzar con algún curso para alejarnos de la realidad que día a día nos sumerge en la soledad del contacto con otras personas más que oír su voz.
Nos hemos atiborrado de tantísimas actividades que actuaron como un “ansiolítico benzodiacepínico” las cuales nos ayudó a canalizar la ansiedad, la angustia de la incertidumbre, la tensión de los miedos, de forma más saludable.
¿Y ahora qué?
Ahora la novedad, la sorpresa, el deseo de hacer y crear nuevos caminos, se vuelven a convertir en rutina y lo peor entre 4 paredes. ¡Vaya!
Comenzamos a extrañar lo que teníamos y no valoramos porque lo teníamos.
Aparecen nuevas emociones, que no son nuevas, sino que afloran como cual catarsis que drenan lo tóxico que había dentro nuestro.
Los “reyes de esas emociones oscuras”, prevalecen desde la angustia, tapada por la crítica constante. Aparece el egoísmo, la discriminación, ya evitamos el contacto en la calle con otras personas y comienza el camino de otra incertidumbre, la vuelta poco a poco a una sociedad con una visión diferente, desconocida, con un aprendizaje desalentador si no ponemos “foco” en que somos hacedores de nuestra vida, diseñadores de nuestra actual visión y creadores magnánimos de nuestro porvenir.
El futuro no está escrito…
Ahora es el momento de hacer lo que nos haz hecho aún.
Deja de perder oportunidades y comienza a visionar que hay nuevas formas de andar el camino.
¡Mueve tu mejor pieza de ajedrez!
Y ahora dirás: ¿Agustina, cómo cambiar lo que siempre hice y se hacer?
Aprendiendo a Desaprender es el camino que nos toca hacer
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Agustina Gómez Rodríguez
Grafóloga Pública – Nº 69.994- Carrera oficial avalada por Ministerio Educación y Cultura. Buenos Aires. Argentina.
Grafoanalista Científico Emocional. -Diploma de Honor- Buenos Aires. Argentina.
GrafoPsicóloga –Instituto Español de Grafología M. Xandró- SO.ESP.GRAF. Madrid. España.
Técnico en BioProgramación – Licencia Nº 613745 – Gijón. España.
Practitioner en PNL, Inteligencia Emocional y Coaching Executive & Life. Madrid. España.
Máster en Dirección y Gestión Innovadora en RRHH.-IEBSchool, Escuela de Negocios. Barcelona. España.
Máster Universitario en Dirección Estratégica en RRHH: URJC. Madrid. España.
Posgrado Universitario en Coaching, PNL y Liderazgo de Equipos. Universidad Isabel I. Burgos. España.
Máster Universitario en Coaching, Gestión Emocional y Mindfulness. Universidad Isabel I. Burgos. España.
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